
Días atrás, estudiantes del nivel secundario del Instituto Superior Espíritu Santo, junto a los asesores del área de Pastoral, participaron del Encuentro Diocesano “Alas y Raíces… tierra fecunda”, instancia que forma parte del camino nacional de escucha y discernimiento que la Iglesia lleva adelante en las comunidades educativas.
Este proceso, que se viene desarrollando en todo el país, invita a escuchar la voz de los jóvenes, sus búsquedas, inquietudes, esperanzas y propuestas para el presente y el futuro de la vida escolar y pastoral. Tal como plantea el documento orientador de esta etapa, la Iglesia busca “escuchar en modo polifónico”, reconociendo la diversidad de realidades, experiencias y sensibilidades presentes en cada escuela .
Un tiempo de encuentro y sinodalidad
Durante la jornada, los estudiantes participaron de momentos de oración compartida, reflexión personal y grupal, y de dinámicas comunitarias que permitieron poner en palabras aquello que viven dentro y fuera del ámbito escolar. Esta etapa no se centró únicamente en lo individual, sino que buscó expresar una voz colectiva, en representación de los compañeros y compañeras de cada institución, como signo de sinodalidad y corresponsabilidad eclesial.
El eje del encuentro —“Con alas y raíces… tierra fecunda”— expresa la intención de reconocer las raíces que sostienen la identidad de los estudiantes (su historia, su comunidad y sus lazos de pertenencia), y al mismo tiempo, valorar sus alas, es decir, sus proyectos, sueños y anhelos. La metáfora de la tierra fecunda invita a pensar la escuela como lugar que hace posible esos procesos, siempre que los vínculos se cultiven y se escuche verdaderamente lo que los jóvenes tienen para decir .
Construir juntos
Guiados por la Palabra del Evangelio —particularmente la parábola del sembrador— los jóvenes reflexionaron sobre los distintos caminos que atraviesan sus experiencias cotidianas: la dispersión, el entusiasmo breve, las presiones que a veces ahogan los sueños, y también la posibilidad real de encontrar tierra buena, donde crecer y dar fruto. A partir de este discernimiento, elaboraron aportes concretos que formarán parte del documento conclusivo diocesano, el cual será llevado a la instancia nacional.
Uno de los momentos más significativos fue el gesto comunitario de compartir la tierra: cada escuela llevó un frasco con tierra de su propio patio o entorno cercano, que luego fue mezclada y compartida nuevamente. Este signo expresó de manera visible la unidad, la interdependencia y la vocación de construir juntos una red educativa viva, diversa y fecunda.
Una Iglesia que escucha y camina
El encuentro reafirmó el compromiso pastoral del ISES con una educación humanizadora, que integra fe, cultura y realidad contemporánea; que enseña desde la escucha activa y acompaña a los jóvenes en sus procesos de crecimiento personal y comunitario.
Agradecemos a los estudiantes por su voz valiente y honesta, y a los asesores y docentes por acompañar este caminar con sensibilidad, presencia y entrega.


















